Por las garras le reconocerás



Es una fría mañana de enero de 1697. Edmond Halley camina trabajosamente entre el barro del camino que le lleva a la casa de Isaac Newton. Ni el triste sol de media mañana es capaz de calentar el ambiente, frío y húmedo. Al final consigue llegar a la puerta de la casa del célebre Newton, que le abre y le recibe con su habitual indiferencia, como si su cara y su mente estuvieran en dos lugares difer al mismo tiempo. Halley lleva consigo dos problemas endemoniados que ninguna de las grandes mentes de la Europa del momento ha sido capaz de resolver. Sólo queda Newton, que no había enterado de que la Royal Society de Londres había sacado un concurso para ver quién sería capaz de resolverlos. 

A pesar de que Halley esperaba que Newton empezara a resolver los problemas en cuanto los viera, los recibió...con indiferencia. 

-Ya me pondré luego con ellos, pues ahora estoy en medio de un experimento que creo que me va a permitir convertir plomo en oro.

Ésa fue la respuesta de Newton.

Halley, conociendo que Newton era un tipo peculiar, no le dio más importancia y tras despedirse, inició el camino de regreso a Londres.



Por su parte, Newton, siguió trabajando en sus experimentos de alquimista. Sólo al terminar el día vio el sobre con los enunciados y, como pasatiempo, se puso a resolverlos.

Bien entrada la madrugada, Newton ya había resuelto los dos problemas. Los mismos en los que todos los demás habían farcasado o habían encontrado soluciones "chapuceras" (Leibniz, L'Hopital, Wren, Huygens...). Sintiéndose un poco cansado por el esfuerzo mental, durmió unas pocas horas. A las 8:00, pasó a limpio las soluciones, las metió en un sobre y las envió anónimanente a la Royal Society. 

Johann Bernoulli, quien había lanzado los dos problemas para que toda Europa se partiera la cabeza resolviéndolos, al abrir el sobre y ver las soluciones exclamó: ¡¡Ha sido Newton!!

Su ayudante le preguntó cómo podía estar tan seguro, a lo que Bernoulli respondió: Tanquam ex ungue leonem. Traducido, "por las garras se reconoce al león" (dando a entender que esa forma tan elegante de resolver los problemas sólo podía ser obra de Newton)

A Newton le llegó esta anécdota, y le gustó. Por eso, a partir de entonces empezó a añadir un jeroglífico a sus trabajos de alquimista, que tiene esta pinta.




Como buen alquimista, tiene un mensaje oculto, la hora a la que terminó de resolver los problemas.

Descubre la hora que está oculta en el jeroglífico. Cuando la tengas, pincha en la palabra enlace: