Por las garras le reconocerás
Es una fría mañana de enero de 1697. Edmond Halley camina trabajosamente entre el barro del camino que le lleva a la casa de Isaac Newton. Ni el triste sol de media mañana es capaz de calentar el ambiente, frío y húmedo. Al final consigue llegar a la puerta de la casa del célebre Newton, que le abre y le recibe con su habitual indiferencia, como si su cara y su mente estuvieran en dos lugares difer al mismo tiempo. Halley lleva consigo dos problemas endemoniados que ninguna de las grandes mentes de la Europa del momento ha sido capaz de resolver. Sólo queda Newton, que no había enterado de que la Royal Society de Londres había sacado un concurso para ver quién sería capaz de resolverlos. A pesar de que Halley esperaba que Newton empezara a resolver los problemas en cuanto los viera, los recibió...con indiferencia. -Ya me pondré luego con ellos, pues ahora estoy en medio de un experimento que creo que me va a permitir convertir plomo en oro. Ésa fue la respuesta ...